16.10.12

Cornetazo II: Un leve error de cálculo.

Imagínese un campo de batalla. Pero no un campo de batalla cualquiera, sino el Campo de Batalla, con mayúsculas. Una oda a los lugares que la humanidad ha elegido para destriparse con entusiasmo en nombre de la libertad, el progreso, uno o varios dioses verdaderos o cualquier motivo que en el momento pareciera pertinente. (El ser humano no es demasiado exigente si de matar al prójimo se trata.)
Se trataba de una gran extesión de lo que en otro tiempo había sido una verde pradera, encajonada entre dos grupos de colinas de lo más adecuadas para que los mandos no perdieran detalle de las mejores cargas y contraataques. Al pie de dichas colinas se habían cavado línea tras línea de trincheras, intercaladas con hileras de alambre de espino. En el extremo norte brotaba un vetusto robledal, por si los contendientes tuvieran el capricho de luchar a la sombra, y en el lado contrario se alzaba una robusta granja rodeada por un muro de piedra, perfecta para ser motivo de encarnizada disputa, dado que dominaba el único camino de acceso al valle.
Verdaderamente habría que hacer un gran esfuerzo para inventarse un escenario bélico más completo, y éste parecía haber surgido espontáneamente, pero había un par de problemas que lo hacían completamente inútil.
El primero de los inconvenientes, por ser el más evidente, resultaba ser que, a pesar de lo mucho que se había esforzado su diseñador, nadie parecía dispuesto a empacharse de gloria allí dejando en ello el pellejo.
Bueno, eso no es del todo cierto. De cuando en cuando se veía a una figura correr de aquí para allá como pollo sin cabeza. No parecía estar demasiado en sus cabales nuestro corredor: cubierto de barro, sin parar de moverse de un escondrijo a otro, como si algo lo persiguiera, y siempre gritando la misma letanía.
-¡Joderjoderjoderjoderjoderjoder...! (continuará)

1 comentario:

Cuervo Blanco dijo...

¡Apasionante comienzo! ¡Deseamos saber más, YA!